sábado, 17 de mayo de 2014

ORDENACIÓN SACERDOTAL DE JORGE PINEDA Y DIACONAL DE HENRY JAIMES:

ORDENACIÓN SACERDOTAL DE JORGE PINEDA Y DIACONAL DE HENRY JAIMES:
 
Puyo 17 de mayo 2014
UNGIDOS PARA DIOS Y SERVIDORES DE LA COMUNIDAD


Queridos hijos Jorge y Henry, familiares misioneros y amigos todos en este día tan especial para nuestra Iglesia. Llenos de gozo y esperanza venimos a esta celebración de la ordenación sacerdotal y diaconal de estos seminaristas.

Queridos Jorge y Henry, hoy no es un día cualquiera, hoy será un día histórico y especial para vosotros, que marcará huella en vuestra vida como elegidos por Dios y llamados a servir a esta Iglesia misionera del Vicariato de Puyo . Especial también para mí y para nuestra Iglesia de Puyo.
Sabemos que los sacerdotes no caen del cielo, ni salen del bolsillo de un mago como de magia, para llegar hasta aquí, detrás de cada uno, hay, una historia de amor y sacrificio. Se ha recorrido un largo sendero para llegar a la cima, cada uno con su historia, y en esa historia habéis podido comprobar qué grande es el amor de Dios, él cuando llama da la gracia para superar hasta las pruebas más duras que a lo largo del camino habéis tenido. Hoy es una bendición de Dios para todos y por ello le damos gracias.
Muchas reflexiones ha hecho el Papa Francisco a los seminaristas y a los sacerdotes a lo largo de su magisterio que podemos recordar, recientemente la semana pasada a los que están estudiando en Roma les alertaba, del peligro de volver a casa no como un padre sino como un doctor y esto es peligroso.

Dentro de los cuatro pilares de la formación sacerdotal que el Papa ponía. Espiritual, académico, comunitario y apostólico, destacaba especialmente el comunitario y el espiritual.
En la Iglesia no se puede caminar solo, no se entiende que un sacerdote no tenga vida de comunidad, o un sacerdote que no nutra su vida espiritual con la misa, con la oración, la lectio divina y la oración personal con el Señor. El Papa terminó diciéndoles, que su destino era volver para ser pastores en sus Iglesias locales.
La idea de que el sacerdote debe ser ante todo pastor al estilo de Jesús buen pastor, está siempre latente en el pensamiento del Papa como en el nuestro. El sacerdote no puede ser funcionario como muchas veces las gentes les pueden ver, sino como servidores de su pueblo al que Dios les envía, a eso, a servir como nos enseña Jesús, como aquellos diáconos de los cuales hoy nos habla la palabra de Dios: “escoged a siete de vosotros hombres de buena familia Llenos de espíritu de sabiduría y los apóstoles les impusieron las manos”. Para servir a las necesidades de la comunidad cristiana que día a día crecía y que los apóstoles ya no podían alcanzar.” “La mies es mucha y los obreros pocos” y esto lo podemos palpar en nuestra Iglesia por eso como nos dice Jesús “rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”¿cómo servir?
. Servir con alegría, servir con gratuidad servir con amor.
Realizar el trabajo no con cara de cementerio como dice el Papa o triste sino con la alegría, como aquel que sabe que ha sido elegido para algo grande, porque la alegría es fruto del espíritu y del servicio.

Servir gratuitamente Servir desde la generosidad y gratuidad. Para que realmente sea un servicio, debe ser sin esperar recompensa, sin ambiciones terrenales o intereses económicos o cuotas de posición social, no somos profesionales o funcionarios de un oficio que reclame su paga, como diría el apóstol, en esto está mi paga, en poder anunciar el evangelio. Lo demás, Dios se encargará con su providencia de recompensar con generosidad nuestros esfuerzos. A Dios nadie le gana en generosidad.

Servir con amor, desde el corazón como una madre con sus hijos, con un corazón de padre, misericordioso, compasivo y fraterno. El amor es lo que da valor a lo que hacemos, lo que da la calidad y la diferencia del servicio humano del servicio divino.
Queridos Henry y Jorge, hoy como dice el apóstol Pedro:” sois piedras vivas que habéis entrado en la construcción de su Iglesia, formando un sacerdocio sagrado para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo”
A través del diaconado se entra a formar parte del clero local por la incardinación, formando parte del presbiterio. Hoy Henry con el diaconado que inicias, has hecho un compromiso de pertenecer a esta familia presbiteral de nuestro Vicariato el cual te recibe con un abrazo fraterno como hermano y colaborador del obispo en la gran tarea de la evangelización, asumiendo los compromisos de vivir el celibato, de obedecer a tu obispo y orar por el pueblo con la oración de la liturgia de las horas. Compromisos que en tanto les vivas te ayudaran a amar e identificarte mas con Cristo sacerdote y sentir la libertad del espíritu y la paz interior en tu corazón.

Jorge recibiendo el sacerdocio en este día se colma tu deseo más profundo por el que has luchado años para como hombre maduro comprometerte hoy para toda la vida en ese desposorio con la Iglesia como esposa a quien debes amar y servir, tu cabeza y en tus manos serán ungidas para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.

Decía el Papa Francisco:” los obispos no son elegidos solo para llevar adelante una organización que se llama Iglesia particular.” tienen la unción y el Espíritu del Señor está con ellos, estamos ungidos…en esta unción una iglesia tiene la fuerza y por participación también los sacerdotes están ungidos”
No habéis sido elegidos democráticamente por el pueblo, como las autoridades civiles que estos días han tomado posesión de su cargo, habéis sido elegidos y seréis consagrados, por Dios y para Dios. Cuando consagramos el altar y su templo u objetos sagrados para el culto, para Dios, las ungimos como señal de que pasan a pertenecer exclusivamente para el uso de Dios. Así también el sacerdote ungido, no se pertenece, una vez consagrados y ungidos no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a Dios que nos ungió, nos consagró y nos quiere para él. Siendo conscientes de esto, nuestro celibato y nuestra castidad como consagrados será mejor entendida y vivida.
Todos debemos querer ser más santos cada día, debemos ser más fieles a esta unción.
Hoy Jesús en el evangelio nos pide creer en Dios Padre y en El. Nos promete que donde está él podremos llegar nosotros para estar con él en su morada que nos ha preparado. Creer es una condición para cumplirse la promesa, condición que puede parecer fácil, pero ¿qué es para nosotros creer en Dios y en Jesucristo?
Nada fácil creer en los momentos de la prueba y del dolor, cuando por fe en El exige morir a nuestro yo y a nuestro proyecto personal, y eso no es nada fácil, es abandonarse en su manos sin otra certeza que su palabra, es pasar por la noche oscura de la fe, es ir contracorriente en medio del bombardeo de la oferta digital y publicitaria, es librarnos de las sirenas que ronda seduciendo a nuestro alrededor o de los leones rugientes queriéndonos devorar.

Amigos Jesús nos ha enseñado por donde hay que caminar para llegar a la meta y salvarnos de los peligros y tentaciones, cuando Tomás le dice que no sabe el camino. Jesús responde:” Yo soy el camino la verdad y la vida” y nadie va al Padre sino por mí. Por tanto no hay porque perderse, en el laberinto de caminos y ofertas no hay otro camino verdadero sino Cristo mismo. Él es la verdad frente a tantas mentiras y falsas promesas del mundo. El es la vida, y vida en plenitud, vida que satisface los más profundos deseos de nuestra existencia humana las razones más profundas de nuestro ser.

Y cuando le dice a Felipe “tanto tiempo con vosotros ¿y no me conoces Felipe? quien me ha visto a mí ha visto al Padre ¿cómo dices “muéstranos al Padre”? Nosotros también como Felipe, torpes en creer en Cristo, en conocer a Cristo, en vivir en Cristo, tantos años cristianos bautizados y todavía nuestra fe no despega, no se convierte en una fe misionera, madura, que salga de sí misma y nos convierta en testigos y mensajeros de la Buena Nueva, discípulos misioneros de Jesús como nos pide nuestro Proyecto Pastoral de las SMP.
Tantos cristianos que no son capaces como nos pide el Papa de salir a las periferias, es más fácil seguir en la comodidad e instalados en nuestras seguridades humanas, pero esas seguridades no nos van a salvar, nos amarran y nos esclavizan. No nos hacen crecer ante Dios.
Cuantos jóvenes no se lanzan a seguir a Cristo que les invita, y como tantos adultos siguen infantiles en su fe que se tambalea dando tumbos, desorientados llenos de temores y dudas, indecisos. Quien no se lanza al viento del espíritu no aprenderá a volar por las alturas de la fe y del amor. Dice Jesús: “creedme, creed en mis obras, el que cree en mí también hará las obras que yo hago y aun mayores” y ¿en quien sigue creyendo nuestro mundo? en el dinero, con el que no puede comprar la vida, en el poder, con el que difícil es ganar la eternidad, con el placer, que le hace cada vez más débil y viejo. Nos falta fe, le diremos como los de Emaús “quédate con nosotros, no te vayas Jesús, que anochece y se apaga la fe, que las sombras avanzan Dios mío y el mundo no ve.

Queridos ordenandos, que sois promovidos al orden sacerdotal, felicitaciones por vuestra perseverancia, por vuestra fidelidad, por vuestro si generoso a quien os llamó os eligió y ahora os envía como misioneros, sentid la alegría y el apoyo de Cristo en vuestro corazón y os dice “yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos”, de vuestras familias que os quieren y siempre pusieron en vosotros su esperanza y hoy os acompañan no las defraudéis. De todo el pueblo de Dios a quien vais a enseñar con la palabra divina y alimentar con la eucaristía. En este mes de mayo no os olvidéis de María cada día, ella nuestra madre que Jesús nos regaló desde la cruz, que ella sea para vosotros modelo de pureza en vuestro corazón, de humildad en vuestro servicio y de obediencia en vuestra docilidad y disponibilidad, siempre desde el amor a los más pobres. Para nunca desertar y siempre amarle al que os amó primero sin nosotros merecerlo.

R. Cob
 

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