domingo, 1 de enero de 2012

XIII ANIVERSARIO EPISCOPAL


Cuando uno quiere mirar el camino que ha recorrido, puede tener la tentación de quedarse en nostalgias del ayer creyendo que cualquier tiempo pasado fue mejor.

También puede quedarse en la mirada fija de un horizonte como punto de llegada olvidando que hay unas raíces que sostienen aquel primer amor que ha ido creciendo y multiplicándose en frutos que permanezca.

En todo este camino de 13 años de vida episcopal, no podemos olvidar aquel 6 de enero de 1999 en que el Papa Juan Pablo II ponía sus manos en mi cabeza, muchos momentos se agolpan en la mente, queriendo recordar lo que precedió a aquella consagración episcopal.

El 3 de diciembre fecha singular. S. Francisco Javier, patrono de las misiones en que tuve que dar mi SI a la decisión del Papa y aceptar ser obispo de Puyo.

El 8 de diciembre, fiesta singular de la Inmaculada Virgen María, en que se hizo publico mi nombramiento episcopal. Ella que a lo largo del camino siempre fue mi protectora.

El 6 de enero en la Basílica de S. Pedro en Roma acompañado de mi familia y amigos de esta Iglesia por quien me comprometí a dar la vida a ejemplo del buen pastor Jesús.

10 de enero misa de Acción de gracias en mi pueblo natal junto con mis paisanos en La Hora (Burgos) España.

15 de febrero toma de posesión en Puyo acompañado de mis hermanos obispos de la CEE y de todo el pueblo de Pastaza, después de tener que aplazar la fecha prevista para el 7 de febrero, por estar la provincia de Pastaza en un paro indefinido reclamando sus justos derechos de terminar la carretera Baños –Puyo.

Hoy 13 años después me preguntaran en esta fiesta de los Reyes magos donde todo suena a regalo dentro de este marco de la Navidad. En esta Epifanía que significa manifestación, diremos que Dios se ha manifestado a lo largo del camino de muchas formas y maneras. Con alegrías y tristezas, con ilusiones y momentos de sentirse desilusionado.

Dios puso en aquel día de mi consagración episcopal una carga muy pesada, que nadie la puede llevar solo. Solo con la gracia de su Espíritu y la comunión de la Iglesia, me acordaba de lo que me decía en aquellos días en que yo consultaba sobre mi aceptación a este servicio que me pedía el Papa. Mi padre me decía:” Si Dios te da una cruz Dios te dará las espaldas para llevarla.”

Para ser obispo nadie está preparado, siempre le cae a uno por sorpresa y susto, como jarro de agua fría, no hay carrera para prepararse, difícil de sospechar las duras pruebas por las que debemos pasar. Esto es lo del poeta, se hace camino al andar.

Ser maestro, para enseñar la doctrina y la fe de la Iglesia, ser el sacerdote que santifique a su pueblo. Ser el juez que debe decidir y tomar decisiones en el gobierno de la Iglesia particular, toda una tarea que requiere la asistencia del Espíritu Santo, la cual se siente palpablemente. Dios asiste a su Iglesia y nunca le deja solo, a pesar de que uno sienta en momentos la soledad humana, desagradecimiento, la incomprensión.

Mas la oración de los demás ha sido siempre una fuerza poderosa para superar las pruebas del cansancio del camino y el sufrimiento, el desgaste de la entrega que como lámpara desea seguir iluminando o como cera que se va desgastando recordando las palabras de Pablo, ”me gastare y desgastaré por vosotros aunque amándoos más sea menos amado.

Todo hecho con actitud de servicio a la Iglesia sin buscar protagonismos desde la humildad y sencillez recordando las palabras de Jesús, cuando hayas terminado de hacer lo que se te mandó, di: siervos inútiles somos, solo hicimos lo que teníamos que hacer”.

Quiero terminar con las palabras del Papa que nos dijo aquel día: “tú me traes a la mente América, continente de la esperanza por el que hemos celebrado recientemente una asamblea especial del Sínodo de los obispos, entonces era el obispo más joven del Ecuador. Después a todos nos dijo “Dios quiera que cada uno de vosotros, nuevos obispos a quienes voy a poner las manos, lleven por doquier, con las palabras y las obras el anuncio gozoso de la Epifanía, en la que el Hijo reveló al mundo el rostro del Padre rico en misericordia”.

Por ello a la vez que agradezco a Dios e invito a ustedes a dar gracias a Dios conmigo por lo que él hace con nosotros, también les pido que sigan orando para que me deje modelar por su Espíritu a quien pido todos los días que sea el Obispo que esta Iglesia necesita, el obispo según su corazón y que me de su dones para poder enseñar, santificar y gobernar el rebaño que él me ha confiado.

Monseñor Rafael Cob Garcia



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